09 abril 2006

11 de MARZO

En recuerdo de todas las víctimas del terrorismo y la violencia.
En el segundo aniversario del atentado del 11M en Madrid




Tras el diabólico estruendo
Entre amasijos de hierro quedaron atrapados,
carbonizados, esparcidos por el andén...
El niño asustado pregunta:
¿Mamá nos vamos a morir?


El olor a azufre impregna el viento
que trae la malanueva de corazones mutilados...
de cuerpos desnudos, destrozados.
¡Qué macabro espectáculo de sangre!,
¿Mamá nos vamos a morir?

Segundos eternos de ensordecedor tormento,
los que caen son pisoteados,
la gente escapa despavorida.
¿Tengo ojos?¿Tengo cara?
¿Cómo estoy?¿Qué me falta?

¡Maldito mercader de la muerte!
Todo hombre indiferente
insensible a tanto dolor
porque niega al Dios de la Vida
porque niega al Dios del Amor

Todo envuelto en humo negro,
hecha jirones la piel de la gente,
los cuerpos esparcidos, despedazados.
El tren vivió el infierno aquí en la tierra.
¿Y mamá?, ¿Dónde está máma?

No lo olvidaré nunca, compañero
gritaba un emigrante. ¡Sacamos a un niño
y se nos ha muerto en las manos!.
¿Por qué tanta barbarie?
¿Por qué, Señor?

Tras la infernal explosión
la manos de ángeles llegaron
Cuanta más negra era la noche
más generosa fue la entrega...
Y trabajaron a destajo
hasta caer rendidos, exhaustos.

¡Maldito mercader de la muerte!
Todo hombre indiferente
insensible a tanto dolor,
porque niega al Dios de la Vida,
porque niega al Dios del Amor

¡Oh recuerdos que estremecen!
¡Oh dolor que atormenta cada noche!
En esta hora cero de la memoria,
en esta hora cero de la inocencia.

Y en la memoria solidaria de los pueblos,
en el crisol del mestizaje
de tanta sangre derramada, de tantos pueblos,
que este dolor se convierta en virtud
para luchar por un mundo justo,
más repirable y fraterno.

Atocha, El Pozo y Santa Eugenia
las tres estaciones de la muerte:
Madrid está de luto.
Familias como la tuya, la mía, destrozadas.
¿Tendrán los asesinos familia?
¡Cain ¡¿Qué has hecho de la sangre de tu hermano?

Dales, Señor, el descanso eterno
y brille sobre las víctimas la luz eterna.


Francisco Sandalio





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